sábado, 1 de enero de 2011

Qué significa para mi ser escéptico


Hace tiempo,en facebook me topé con alguien interesante y con interesantes creencias. Esa persona me preguntaba si yo era escéptico de los tratamientos homeopáticos. Le respondí que yo  no creía (y no creo) en medicinas alternativas. A partir de esto, comenzamos una entretenida e interesante discusión hasta llegar al punto de cuestionar los conocimientos del contrario. Sin embargo me llamó la atención una reclamación que aquella persona me hacía: básicamente,me pedía que demostrara, como escéptico que soy, que la homeopatía, la naturopatía o la medicina tradicional, eran incorrectas, a lo que le respondí -algo extrañado por el reclamo-, que no era mi obligación como escéptico el demostrar que la medicina alternativa no funciona. Y es precisamente esto lo que intentaré aclarar respecto a lo que un escéptico tiene que hacer y a lo que no está obligado a hacer –y que aun así hace- como escéptico.


Pero para hacer un artículo interesante, antes de saber lo que hace y lo que es un escéptico hay que establecer  lo que no es y lo que no hace un escéptico. Y lo que es y no es el escepticismo.

Ciencia y escepticismo

En la  ciber-charla la persona con la que discutía también afirmó que el escepticismo es una corriente irracional, una postura que no tiene nada que ver con el conocimiento o la ciencia. Por facebook le pregunté lo que era para ella la ciencia y aunque supo darme una definición buena y comúnmente racional de lo que es, con la afirmación de que el escepticismo no era parte de esta me dejó en claro que aunque entiende el concepto de ciencia, no entiende como la ciencia utiliza el escepticismo como herramienta base. Con anterioridad me he encontrado con muchas personas (la mayoría muy allegadas a mí) que no entienden la relación ciencia-escepticismo.

En el debate, después de mostrarle mi sorpresa de lo que entendía como escepticismo, me puso una referencia sobre los orígenes de esta corriente de pensamiento (el debate no era sobre escepticismo en sí sino sobre la eficacia de terapias alternativas como la homeopatía, pero bueno). Si bien estaba en lo correcto respecto al origen del escepticismo (durante la Grecia clásica con un grupo de pensadores denominados sofistas, los cuales buscaban solo el conocimiento subjetivo y negaban la posibilidad de conocimiento a través de la filosofía, la ciencia o la experiencia), lo cierto es que a pesar de mi insistencia no encontré más referencias de la historia del escepticismo, ni lo que significa ser escéptico para esta persona.

El escepticismo, aunque irracional en un principio, es indudablemente una teoría del conocimiento y corriente filosófica totalmente válida en el siglo XXI, por una razón simple: Este se fue haciendo coherente utilizando como punto de partida al conocimiento científico. El escepticismo, a lo largo de la historia, no perdió la base de su postura: no existe un conocimiento absoluto y si existiera el ser humano sería incapaz de conocerlo y/o darlo a conocer. Y esto es justamente la base de la ciencia. Si la ciencia no estuviera de acuerdo con que la naturaleza está plagada de enigmas y que la humanidad solo conoce una pequeña parte de estos enigmas, entonces no sería ciencia, pues el dogmatismo dominaría su pensamiento. Si en ciencia no se fuera consciente de que el ser humano como organismo con capacidades cognitivas imperfectas, con las que no somos capaces de percibir toda la "realidad" y que en cambio, podemos sesgar nuestras ideas sobre la realidad, no habría ciencia, del mismo modo que si ignoráramos que existen limitantes físicas, tecnológicas, históricas y culturales.  

Más sin embargo el dogma no es en ninguna forma parte de la ciencia. En ciencia cualquier afirmación, argumento, teoría e hipótesis está abierta a debate, análisis, interpretación (razonable), error y corrección. Es consciente que los científicos, además de ser científicos, son humanos y que los humanos son capaces de errar, de equivocarse por distintas razones (sesgos, falacias, por  la cultura, creencias, gobiernos o época histórica; su base de la teoría o por falta de conocimientos, entre otras cosas).

En ciencia el escepticismo se vuelve necesario al representar la línea divisora entre una nueva idea brillante
y un disparate. Mantener unidos la capacidad de mente abierta con la capacidad de crítica racional evita que la ciencia caiga en dogmatismos.
Una vez que una idea es aceptada no significa que sea una verdad absoluta: podemos asegurar, por ejemplo, que 2+2 es igual a 4 y que no importa en qué parte del universo conocido nos hallemos. Siempre dos unidades más dos unidades dará como resultado cuatro unidades. ¿Es esto un dogma científico? ¿Es una verdad absoluta? La respuesta (contrario al sentido común) es un rotundo y probable NO.  Si bien, las matemáticas son incapaces de mentir, esta afirmación puede no ser verdadera en algún otro universo, en el cual, quizás las leyes de la física y las matemáticas funcionen de manera diferente o sean leyes diferentes. De modo que 2+2 no es absoluto, o por lo menos no en el marco multiuniversal; y a pesar de esto 2+2 es una de las ecuaciones bases para comprender ecuaciones más complejas en matemáticas, astronomía, física y en cualquier ciencia (pues las matemáticas se aplican a toda ciencia). Quien desee dudar que 2+2 es igual a 4, está en su derecho, pero tendrá que tener fundamento lógico y científico para dudar de un postulado así. Cosa que hasta hoy (a más de 5000 años que descubriéramos que 2+2=4)  nadie lo ha hecho. Es en este punto donde interviene la replicación y la evidencia. Si no pudiéramos replicar la ecuación y ésta no tuviera una demostración, no podríamos decir que es una ecuación válida o perteneciente a la auténtica matemática.

En ciencia no importa que tan antigua o moderna sea un postulado, este siempre podrá ser sometido a más análisis, pues la ciencia, puede equivocarse o estar incompleta. Los argumentos de autoridad, de apelación a la antigüedad y otras falacias que suelen darse en pseudociencia no tienen validez en la ciencia. Por lo tanto la ciencia en sí misma no es dogmática, sino más bien, es en efecto escéptica. No afirma encontrar verdades absolutas, pero sí algo que se le acerca.

Por esta sencilla razón me sorprende que algunas personas lleguen a afirmar que el escepticismo es irracional y que la ciencia no es escéptica.

Qué es el escepticismo

No, no se trata de nada fuera de lo común. No se trata de una idea abstracta, subjetiva y relativista, imposible de comprender por las personas.

Se trata (tal y como dijo hace años el divulgador científico Carl Sagan) de algo que está en todas partes a las que miramos y está en todo momento de nuestra vida. No lo reconocemos, pero está ahí, cuando alguien duda que una nota de las noticias en la TV  no dice la verdad; está ahí, cuando desconfiamos de un amigo, una pareja o un hermano; está ahí cuando pensamos y decimos, ¿será cierto esto?, con cierto recelo a aceptar algo.

En el mundo moderno podemos definir al escepticismo como la duda respecto a una afirmación, un argumento o un suceso. Esto ocurre siempre, como ya expliqué renglones arriba, y cuando lo utilizamos en la vida cotidiana no es en absoluto irracional, sino que es lo que nos mantiene a salvo (la mayoría de las veces) de posibles engaños y decepciones.

Ahora bien, como también ya expliqué, esta duda que nos acompaña todos los días, también acompaña al método científico. Esta duda aplicada a hipótesis y teorías es conocida como escepticismo científico. Este, aunque no tiene un punto fijo en la historia, fue un término más que nada acuñado por el mencionado astrónomo Carl Sagan. El escepticismo científico funciona mediante un principio simple usado ampliamente por el propio Sagan: Afirmaciones extraordinarias, requieren siempre evidencias extraordinarias.


Escépticos: aguafiestas para algunos, pero siempre con un buen mensaje de transmitir.
Ser escépticos es por nuestro propio bien.
El escepticismo moderno, es la herramienta principal de la ciencia moderna y la base del pensamiento crítico. Los escépticos científicos dudan, basados en el método científico de ciertas afirmaciones (ya sea dentro o fuera del mundo de la ciencia). Y al igual que la ciencia, el escepticismo científico no es exclusivo de los científicos, de modo que cualquiera puede aplicarlo y conocerlo.

Como es sabido (y los que no lo sepan, entérense) soy apenas una persona de 20 años de edad. No tengo ninguna licenciatura en filosofía (aun) ni tampoco soy ningún experto en ciencias. De modo que, debido a mi edad y a mi falta de experiencia, cualquiera con una carrera o con más estudios que yo puede ser escéptico de mí, escéptico de mis conocimientos, escéptico de mis afirmaciones o de mi pensamiento; pero esto no significa que sea irracional, por eso es que encuentro aberrante y irracional la idea de que el escepticismo es una postura (paradójicamente) irracional. Más que una postura de pensamiento el escepticismo moderno es una forma de conocimiento.

Ahora bien, el escepticismo es totalmente aplicable al análisis de las afirmaciones tan extraordinarias que hacen las pseudociencias, la superstición, el misticismo, los avistamientos de ovnis o de criaturas extrañas, los fenómenos paranormales, la religión, la metafísica, y –por supuesto- las medicinas alternativas. Pero hay una gran diferencia entre ponerse escépticos ante cualquiera de estas afirmaciones y creencias, y el tener que demostrar que dichas afirmaciones son falsas. Hemos llegado pues, a la diferencia entre lo que un escéptico debe hacer y lo que en realidad hacen.


El trabajo de los escépticos

En el debate por facebook esta persona me insistía y reclamaba que debía convencerla de que cosas como la homeopatía o la naturopatía eran falsas. Me recalcó que debía tener pruebas para demostrarle que eran falsas. Sin embargo, la realidad debería ser opuesta, pues en ningún momento he dicho (y nadie que sepa de escepticismo ha dicho) que un escéptico es aquel encargado en demostrar que algo es cierto o falso. Es en realidad el que postula la afirmación el  que debe demostrarla o descartarla, demostrando que el escéptico se equivocó o estaba en lo correcto.



Un escéptico duda, con duda razonable.

Un escéptico tiene que preguntar, ¿será cierto lo que dices? Preguntar también, ¿qué pruebas tienes de que eso que dices es verdad? pregunta si ¿no hay otras posibilidades ante los fenómenos que afirmas, es resultado y evidencia de tu hipótesis? ¿No hay acaso otras explicaciones más simples o lógicas? Las respuestas a cada pregunta deben ser revisadas y basarse en evidencias verificables de forma pública.

Un escéptico cuestiona la certeza de una experiencia.

Un escéptico busca una respuesta verdadera, pero no busca la que quiere que sea, sino la que es en verdad.

Un escéptico reflexiona sobre las posibilidades que hay, que esté en lo correcto o que esté equivocado. Y siempre se basará en lo que las evidencias dictan.

A todo esto está obligado hacer un escéptico moderno, pero nunca estará obligado a refutar o la afirmación de alguien.

Y sin embargo, los movimientos y asociaciones escépticas modernas se dedican a esto justamente, a desmitificar y desenmascarar las afirmaciones extraordinarias. En este blog yo también me he encargado de aclarar ciertos puntos de la ciencia, la pseudociencia, la religión y la superstición. Pero tal y como en el debate por la web, yo no soy (o no debería ser yo) la persona que tiene que demostrar que la homeopatía (por ejemplo) no sirve. Es la persona que afirma que funciona tal cosa, la que tiene que demostrarlo.  El escéptico tiene la obligación de preguntar, de razonar, de reflexionar, de comparar y de dudar ante algo como la homeopatía.

Las personas creyentes en terapias como la homeopatía afirman que es igual –o incluso más efectiva- que la medicina científica. Utilizan estos tipos de remedios ante enfermedades que van desde un resfriado hasta como una cura contra el cáncer (¡hágame usted el favor!). Esta afirmación es lo bastante extraordinaria como para no dudar de inmediato de ella, pues hasta ahora, la medicina científica lucha por atenuar o eliminar los efectos secundarios de la quimioterapia y otros tratamientos agresivos, sin mencionar la búsqueda de una cura para estas enfermedades letales. Si fuera cierto lo que se asegura entonces  sería uno de los descubrimientos médicos  más sobresalientes en la medicina moderna. Pero –y sí, siempre hay un pero- este es un tema lo bastante delicado como para tomárselo tan a la ligera.

Resulta ser que tratamientos como la homeopatía están rezagadas (y difícilmente saldrá de ahí) en el mundo de las pseudociencias, pues esta (la homeopatía) resulta ser totalmente dogmática, carente de pruebas y abundante en  inconsistencias y contradicciones serias con las leyes básicas de la ciencia.

La razón por la que la ciencia (y los escépticos que siguen de cerca sus avances y descubrimientos) están tan seguros de que la homeopatía no funciona y que va en contra de las leyes científicas, es primordialmente el llamado número de Avogadro. Ecuación utilizada y conocida en física, química, y farmacología para saber cuánto debe tener  dentro de un medicamento o una droga la  sustancia activa  que ayudará a curar o frenar algún tipo de enfermedad, o cualquier otro tipo de anomalía física del cuerpo. Resulta ser que esta ecuación –una ley básica en las ciencias de la salud- demuestra de manera contundente que las diluciones homeopáticas prácticamente carecen de sustancia activa, la cual debe ser la responsable de curar. De modo que, sin sustancia activa, ¿cómo puede curar o ayudar en algún tratamiento la homeopatía? Simplemente no puede ayudar más allá del efecto calmante de la fe, es decir, de un placebo.

Ante esto, hoy en día, los adeptos a la homeopatía en vez de corregir y reconocer sus fallas, justifican los resultados de la ecuación de Avogadro con la afirmación que el agua tiene una especie de memoria, y que esta memoria es la que hace que el chochito de azúcar o la gotita de alcohol "recuerde" a la sustancia activa, y de este modo cura al paciente. Este tipo de afirmaciones ad hoc es un acto de deshonestidad e irresponsabilidad en toda su expresión.

¡Uno simplemente no puede justificar una afirmación extraordinaria carente de evidencia extraordinaria (la homeopatía funciona) con otra afirmación extraordinaria carente de evidencia extraordinaria (existe la memoria del agua)Además que la primera afirmación no es correcta y está basada en nada, la segunda es una afirmación igualmente carente de pruebas e igualmente basada en nada científico o verdadero. Es justamente esta naturaleza contradictoria lo que hace que la homeopatía no pueda ser digna de confianza. Y que hace que los escépticos dudemos seriamente de sus postulados.

Todo esto aunque es una y otra vez puesto a la mesa de debate, los homeópatas (al igual que en otras pseudociencias) prefieren simplemente ignorarlas. Si en verdad fuera una terapia científica sus "expertos" serían capaces de corregir los errores que presentan sus hipótesis. Y en vez de eso, vuelven sus hipótesis en leyes dogmáticas sin evidencia basadas solo en anécdotas sesgadas.

Demos gracias a Dios
de que lo más probable es que
la memoria del agua no existe.
Por esta razón los escépticos  se han encargado de desmitificar y descartar las teorías pseudocientíficas: porque sus principales teóricos, una vez demostrado que se equivocan, son incapaces de aceptar sus errores y no cambian o descartan nunca sus afirmaciones por nuevas hipótesis más racionales y sustentadas en pruebas. Lo peor, es que estas afirmaciones falsas se vende de forma pública a gobiernos, medios de comunicación y público en general como auténticas verdades científicas (o como dicen en los comerciales, "científicamente comprobadas"). Ante tal ataque de pseudociencia, analfabetismo científico e información anticientífica, uno como escéptico no puede quedarse callado. Pero tampoco puede demostrar que toda la inmensa lista de pseudociencias son falsas. No se puede demostrar que algo no es verdad o que algo no funciona. Se puede demostrar que afirmar que algo es verdad o que funciona sin fundamento es falso, pero para eso, el que hace la primera afirmación tiene la obligación de mostrar razonamientos y evidencias que sustenten dicha afirmación.

Ante todo y aunque (en veces) hagamos lo contrario, nunca, jamás un escéptico debe ser el que demuestra la autenticidad o falsedad de algo. Son los promotores de la afirmación los que se encargan (o deberían encargarse) de descartar o demostrar sus postulados.

Esto es lo que para mí significa ser escéptico. Si esto no es ser escéptico, no sé lo que podría serlo. Si estoy equivocado, tienen el derecho de ser escépticos de mis afirmaciones y pueden dudar de mí, con dudas razonables. No me iré a ningún lado, de modo que estaré esperando cualquier duda, crítica o corrección. 

Corregido y Aumentado 27/07/13

SI TE INTERESA ESTE TEMA

*La entrada Skepticism de The Skeptic's Dictionary, de Robert Todd Carroll, con información clara sobre el escepticismo filosófico, escepticismo teológico y el escepticismo científico.

*La Internet Encyclopedia of Philosophy ofrece un amplio contenido sobre la historia del Ancient Greek Skepticism y Contemporary Skepticism.

*El ensayo la Carga del Escepticismo, de Carl Sagan.

*El Mundo y sus Demonios, de Carl Sagan, Editorial Planeta, 1995.

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